Declaración de Pictou
Declaración feminista sobre un ingreso aceptable garantizado, Pictou (Nueva- Escocia), el 18 de septiembre del 2004.

LEE LAKEMAN, ANGELA MILES et LINDA CHRISTIANSEN-RUFFMAN

Por milenios, es la labor de las mujeres que, junto con los favores gratuitos de la naturaleza, ha proporcionado la mayor parte de la verdadera riqueza de nuestras comunidades. El trabajo de las mujeres siempre fue un factor central de la supervivencia individual y colectiva. En cada una de nuestras comunidades, tan diversas que éstas sean, constatamos que las mujeres renuevan el principio del derecho de cada una a la seguridad y a la autonomía económica y física y a una porción equitativa de la riqueza colectiva.

Pero nosotras las mujeres, todavía nos vemos privadas en cada comunidad, contexto y grupo racial, de nuestro poder político equitativo en las conjeturas económicas que gobiernan esas comunidades y nuestro mundo. Citando el texto "A Women's Creed", los hombres se han beneficiado, durante milenios, del poder sin la responsabilidad, mientras que las mujeres cargaban con la responsabilidad sin el poder. Esta situación debe cambiar.

Las feministas afirman la necesidad de evaluar todas las actividades del gobierno y del mundo de los negocios en nuestros países y en nuestras diversas comunidades, según los valores cruciales de soporte a la vida y de las prioridades sociales que constituyen la admisibilidad universal, la seguridad humana, la autonomía y el bien común. Estas prioridades deben alcanzar un lugar central en la vida social y en la gestión de los negocios públicos.

Rechazamos ver la riqueza definida por indicadores de mercado. Esos modelos ocultan el trabajo cuidadoso e indispensable efectuado por mujeres de todas las sociedades. Descuidan el mayor bienestar de las personas y del planeta, niegan el valor de la labor de las mujeres y reducen la riqueza colectiva de nuestros programas sociales y de nuestras instituciones públicas a unos "costos" insostenibles. Minan nuestras conexiones y nuestras aptitudes sociales, nuestra moneda de intercambio social.

Rechazamos las políticas que sacrifican la riqueza colectiva y la seguridad individual por los intereses mercantiles de las empresas transnacionales.

Las mujeres canadienses esperan de la riqueza colectiva unas respuestas completas y generosas para las necesidades fundamentales del conjunto de ciudadanas y ciudadanos. El aporte social y colectivo de los recursos necesarios al soporte humano debe ser generoso y garantizado en Canadá; debe pasar por mecanismos pan-canadienses sometidos a la influencia y al control apropiado de las mujeres de nuestras numerosas comunidades específicas.

Revindicamos, para el conjunto de las ciudadanas, una participación social entera y digna, incluyendo, el compartir individual y social completo de las tareas y de la responsabilidad de la labor de soporte humano, que sigue siendo hoy en día una actividad basada en el género. Los hombres también deben de compartir esa labor, sin tener en cuenta los indicadores económicos.

Revindicamos nuestro derecho a una parte de la riqueza que hemos generado. El trabajo de las mujeres debe ser reconocido y valorizado, sin tener en cuenta los indicadores económicos. Revindicamos una respuesta colectiva, estable y creciente a las necesidades de las personas.

Nosotras, las mujeres, reclamamos para cada ciudadana la garantía de un ingreso aceptable, ajustado y fijado a un nivel que permita una vida digna.

Translator: Julie Dufresne